¡Nuestro regreso a los eventos públicos!

 El domingo 14 de agosto estuvimos presentes en nuestro primer evento público desde 2019: la Feria Medieval del Sur IV. Nuestro director, Sir Martin Farhill, nos comparte su experiencia en el siguiente relato:


Cuando recibimos la convocatoria para la Feria Medieval del Sur no estábamos muy seguros aún sobre cómo afrontar la exposición con el público porque en enero todos los instructores de la Sala nos habíamos contagiado covid en diferentes lugares y tuvimos que cerrar la sala por 15 días. Así que no queríamos que ese sabor amargo se repitiese. Para nosotros la actividad interna es importantísima y nos dolió su interrupción. Pero nos animamos y dijimos: ¡SÍ! Queríamos retomar nuestras aventuras y volver a encontrarnos con el público. 

 

Todo lo que estuvo escondido desde el inicio de la pandemia empezó a ver la luz del sol. Pasamos por un largo proceso de mantenimiento y restauraciones, de mejoras y ampliación del vestuario que nos llevó tres largos meses. Queríamos que este regreso fuera… épico. A medida que íbamos avanzando los ojos, se nos llenaban de melancolía por todo los recuerdos y al mismo tiempo de felicidad por toda la expectativa que acumulábamos. 

 

Decidimos mantener una postura intermedia y por esta vez no dejar ingresar al público al stand como hacemos habitualmente debido al rebrote del covid. Fue triste, porque nos gusta interactuar con todos tan próximos como sea posible, así que logramos dar con una solución que nos permitió hacerlo: un perímetro circular con vista desde todos lados. Así, pudimos acercarnos y compartir lo que hacemos durante todo el evento.

La cuarentena fue complicada y logramos superarla. Pero no todos los peregrinos continuamos en actividad. Cada uno tuvo sus motivos. Algunos nos reintegramos antes y otros después. También se acercaron muchos nuevos miembros. Así que quisimos que todos pudiesen vivir la fiebre de una feria medieval. Durante los meses previos pusimos todo nuestro esfuerzo en integrar a aquellos que aún no tenían vestuario propio y en preparar a los miembros más nóveles para que también ellos pudiesen mostrar lo que les gusta hacer dentro del grupo. 

 

Una de las satisfacciones más grandes fue ver cómo los nuevos miembros colaboraron, se divirtieron, sorprendieron y nos acompañaron en esta aventura. Que ese compañerismo que siempre fue emblema del grupo se asimilara en las nuevas generaciones de peregrinos. Y, a su vez, que el ímpetu con el que estos se sumaron a lo largo de los meses alimentó nuestras ganas de hacer más y aspirar más alto. La renovación siempre es positiva y la pandemia nos permitió hacer una pausa para observar el bosque a lo lejos, reencontrarnos con nuestros anhelos y retomar el camino con un objetivo mucho más claro. 

Nuestra jornada comenzó en realidad a las 6 am. El gallo cantó el inicio de la jornada y partimos a cargar los autos con todo lo que implica nuestra mudanza peregrina. Volvimos a despertar nuestras habilidades de tetris para encastrar pieza por pieza cada pieza hasta que ya no entró más. Algunas cosas debieron quedarse. Marchamos en una caravana peregrina por las solitarias calles de esta ciudad. Llegamos al lugar y la invaluable ayuda de estos peregrinos se sumergió en la tarea de ensamblar todo el stand. Por tres horas trabajamos incansablemente para dejar todo listo en espera de la apertura pública. Almorzamos tranquilos aprovechando para disfrutar del lugar. 

 

El evento transcurrió en base a lo esperado. Pero estos peregrinos querían más, así que, además de lo que habíamos planeado, comenzó a fluir la interpretación libre de nuestros personajes. El Campamento rápidamente cobró vida y los nuevos peregrinos se fueron animando cada vez más, empatizando con los delirantes enredos de los más veteranos. Disfrutamos cada momento. El tiempo terminó pasando tan rápido que cuando quisimos darnos cuenta el evento estaba llegando a su fin. 



 

Debo agradecer como siempre a la organización de la Feria Medieval del Sur, que además de organizar un maravilloso eventos siempre nos tratan como amigos de la casa. Es un placer formar parte de los eventos. 

Y bueno. embalamos todo. Cargamos. Volvimos a la Cueva del Oso. No fue hasta las 22, 23 hs que llegamos a nuestras casas, exhaustos. Felices. Los chats explotaban de comentarios, fotos y anécdotas. 

¡Qué buena decisión haber regresado al ruedo de los eventos! Ahora, a recuperarse para continuar nuestra actividad habitual. Pero con la cabeza pensando en la próxima aventura. Porque una vez que el peregrino pone un pie en el camino, nada lo detiene…

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