¿Cómo pasar una Navidad medieval?
Mezcla de humor y erudición, este artículo del Dr. Matthew Champion, de St Catharine's College,
Cambridge, publicado originalmente en diciembre de 2014, nos da 10 consejos para pasar una Navidad como si estuviéramos en la Edad Media.
1) No te pases de la raya
La Navidad medieval no era la
celebración compleja y abarcativa que suele ser hoy, así que a relajarse un
poco. Navidad, la fiesta del nacimiento de Jesús, era importante, pero la
Pascua lo era mucho más, y tal vez también la Anunciación, celebrada el 25 de Marzo,
que recuerda el momento en que Dios fue supuestamente concebido en el vientre
de María
2) Sé cauteloso
Una gran parte del mundo medieval
no celebraba la Navidad, y si fueras un judío medieval, esta podría ser una
época peligrosa. En Korneuburg, alrededor de 1305, los habitantes acusaron a
los judíos de procurar una hostia consagrada en Navidad y profanarla, por lo
cual de él “borbotearon gotas de sangre, como suda un huevo cuando es
cocinado”. Historias como esta -que imaginan judíos conspirando para atacar el
vulnerable cuerpo de Jesús, presente en la hostia- podía llevar a terribles
represalias.
El erudito medieval musulmán Ibn Taymiyya (1263-1328) vituperaba contra aquellos musulmanes que adoptaban las festivades cristianas, particularmente criticando lo que él veía como una imitación de la Navidad en la celebración del nacimiento del profeta Mahoma (Mawlid)
3) Primero el ayuno, después la fiesta
Para quienes sí celebraban la Navidad, no duraba solo un día, sino toda un
período que cubría al menos los doce días desde el 25 de diciembre hasta la
Epifanía, el 6 de enero. Suena bien, ¿no? Pero hay un requisito: la Navidad
estaba precedida por un mes de ayuno durante el Adviento.
El Adviento se veía como un tiempo de preparación especial para la llegada de Dios, su venida al mundo –ambos: en el niño Jesús, y al final del tiempo del Apocalipsis. El Adviento se suponía que fuera un momento de exilio, deseo, esperanza y arrepentimiento. Así que en vez de pelearte con quienes hacen las compras en los mismos negocios que vos, ¿por qué no emulás a los santos medievales y te peleás con el pecado, la tentación y los infaustos demonios?
Si destrozar demonios es
demasiado esfuerzo, por lo menos mantené las comidas abundantes fuera del menú.
El ayuno era central para el ritmo sagrado del tiempo medieval en Europa. No es
sorpresa que cuando los reformistas querían protestar contra la iglesia en el
siglo XVI, comían salchichas durante un ayuno.
4) Reiná con victoria
Guillermo el Conquistador fue
coronado en Navidad en 1066. La Navidad es un momento ingenioso para inaugurar
un reino: podés aludir a la imaginería clásica de la entrada triunfal de un
emperador en la ciudad, su venida. Justo como el reino de Dios que llega al
mundo en el niño Jesús, también tu propio reino podría nacer en Navidad.
5) Poné el mundo patas para arriba
Si tus gustos no coinciden con
una coronación imperial al máximo, ¿por qué no celebrar Navidad invirtiendo la
jerarquía social? Espejando las tradiciones paganas, las inversiones de orden
ocurrían a lo largo de la sociedad medieval en la época de Navidad. Una de las
más coloridas era la elección del niño obispo, que presidía las procesiones y
los rituales de la iglesia durante la celebración del Día de los Inocentes el
28 de diciembre.
En una muestra superviviente del sermón de un niño obispo, este deseaba que todos sus maestros de la escuela terminaran en las horcas de Tyburn.
En una muestra superviviente del sermón de un niño obispo, este deseaba que todos sus maestros de la escuela terminaran en las horcas de Tyburn.
Una crónica registra cómo, en la
Abadía de San Gall en el siglo X, el rey Conrad trató de distraer la procesión
de niños esparciendo manzanas en el camino. Los chicos, sin embargo, fueron tan
disciplinados que no tocaron ni una manzana.
A veces, la inversión podía estar
menos controlada: en 1523 en la taberna de la Corte de Londes, un “señor mal
gobernado“ fue responsable por una muerte.
6) ¿Qué hacemos con el árbol?
Los árboles de hojas perennes
aparecen en la vida ritual de muchas culturas, pero los árboles de Navidad
medievales son difíciles de rastrear. Tenemos referencias lejanas,
particularmente de la Edad Media tardía, pero su popularidad no estalló hasta el
siglo XIX.
Como alternativa, podés decorar
tu casa con velas (¡sin electricidad!), hiedra y acebo. Los regalos no eran tan
frecuentes el 25 de diciembre, sino en Año Nuevo, o cualquier otro día durante
la temporada de la Navidad.
7) Cantá dulces melodías
Los villancicos se multiplicaron
hacia el fin de la Edad Media, un signo de la creciente importancia de la
Navidad. Frecuentemente son ‘macarrónicos’, es decir que unen el latín
aprendido en la escuela con lenguas vernáculas, y por ende mezclaban lo alto
con lo bajo, lo divino con lo humano, de manera textual. A medida que la devoción
por la Virgen María aumentaba, estas canciones de Navidad frecuentemente
alababan su pureza:
“Ther is no rose of swych vertu
As is the rose that bare Jhesu.
Alleluya.
For in this rose conteynyd was
Heuen and erthe in lytyl space,
Res miranda (translation: what a wondrous thing).”
Otros villancicos eran menos piadosos:
“The boar’s head, I understand,
Is chief service in all this land;
Wheresoever it may be found,
Servitur cum sinapio (translation: it is served with mustard).”
Muchos de los villancicos
medievales que cantamos hoy tienen su ritmo regularizado y sus armonías
reescritas para adecuarse a nuestro gusto. Si sos un purista, regresá a los
ritmos complejos y las intrincadas líneas entrecruzadas de los villancicos de
manuscritos. O podría gustarte acompañar tus villancicos con gaitas, asociadas
a los pastores que cuidaban a sus rebaños.
8) ¿Qué comemos?
Sabemos que la cabeza de jabalí
estaba en el menú por los registros de los banquetes de Navidad de Richard de
Swinfield, obispo de Hereford en el siglo XIII. Junto al jabalí, Richard servía
carne de res, venado, perdices, ganso, pan, queso, cerveza y vino.
La Navidad también era un momento
para la caridad y para compartir comida –en la Navidad de 1314, algunos aparceros
en North Curry, Somerset, recibieron hogazas de pan, carne y jamón con mostaza,
sopa de pollo, queso y tanta cerveza como podían beber en un día. Los regalos
de comida a veces eran forzados: para mantener el derecho de criar conejos, el
pueblo de Lagrasse tenía que dar su mejor conejo al monasterio local cada
Navidad.
Una de las principales
características de la comida medieval era su variedad estacional, así que tenés
que conseguir tu comida de lo que tengas alrededor, saborizadas con condimentos
como pimienta, jengibre, clavo de olor y azafrán.
Las comidas que no verás en el
menú incluyen chocolate y pavo, que llearon a España bajo el reinado de
Fernando II en el siglo XVI.
9) Tené una visión
Las historias bíblicas del
nacimiento de Jesús estaban frecuentemente complementadas por otras historias
de visiones en el mundo medieval. Si una visión no te es garantizada, podrías
piadosamente meditar en las de Santa Brígida de Suecia, una santa del siglo
XIV: Santa Brígida vio el vientre de María “muy pesado e hinchado”, y, mientras
ella rezaba, “el niño en el vientre se movía, y en ese mismo instante, en un
parpadeo, (María) dio nacimiento a su hijo”
10) Construí un pesebre
Para completar tu Navidad
medieval, armá un nacimiento en una cueva. Ya sé lo que estás pensando: ¿no
sería más bíblico un establo, o una posada? No pongas énfasis en ese tipo de
precisión histórica, ya que esta ni siquiera fue un punto a considerar hasta el
siglo XVI.
Estarías siguiendo el ejemplo de
San Francisco, quien como es sabido armó un pesebre en una cueva en Greccio.
Las historias más antiguas refieren que San Francisco estaba tan emocionado por
el nacimiento que, en el momento en que pronunció la palabra “Belén” durante la
misa de Navidad, su voz sonó como el balido de un cordero.
Autor: Dr Matthew Champion, de St
Catharine's College
Traductora: Isabela (Marisa
García)
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