Feedback: Encuentro de Esgrima Recreativo de Formaciones de Infantería
El año pasado se debatió mucho en las reuniones directivas de Peregrinus Albus acerca de poder ofrecer actividades de esgrima recreativo además de nuestro entrenamiento regular en la Sala de Armas. Hay mucho trabajo por hacer para lograr nuestra meta pero ayer dimos nuestro primer paso. Realizamos el primer Taller de Esgrima Recreativo orientado a Formaciones de Batalla. Esperamos que este sea la primera de muchas oportunidades más.
Es común que ofrezcamos en nuestras presentaciones hacer la muestra coparticipativa con el público de Formaciones de Batalla. Una parte de ella es justamente explorar las dificultades que se presentan al utilizar las armas en un campo de batalla. Por lo general, lo que vemos en los Tratados de Esgrima es una técnica de estilo duelista, uno contra uno. En el campo de batalla la técnica se ve limitada por múltiples factores: el espacio entre miembros de la formación, la dificultad de comprender el lugar o el estado de la tropa, la capacidad auditiva y visual entre otros.
Todos estos factores no se pueden replicar en un entorno de entrenamiento marcial sino en encuentros especiales con gran número de participantes. Por este motivo, convocamos a miembros de la Sala, amigos y participantes de nuestras primeras actividades sociales de los Aldeanos de Puertafuera.
Lo más interesante de este aspecto de la disciplina, es que raramente se encuentra documentado, y lo que se puede encontrar está sujeto a mucha interpretación del lector. Es un terreno plasmado de dudas y supuestos. Gracias a estas oportunidades, tenemos el privilegio de explorar cómo la psicología afecta al guerrero en el campo de batalla; y digo guerrero porque fuera de las grandes batallas de la historia, en el día a día de los poblados y aldeas, eran todos los estratos sociales los que se veían envueltos en la contienda. Gracias a la diversidad de género, edad, contextura y profesiones de nuestros miembros, podemos extrapolar un pequeño extracto de esa diversidad traída a nuestro presente.
Coincidimos que el mayor dilema en una formación trabada en combate es la coordinación y el orden. El caos de armas, ruidos, situaciones, heridos, etc, nos lleva a que cada guerrero individual pase por un proceso de dubitación entre mantener la directiva y reaccionar en pos de salvaguardar su vida. Cuando el caos se apodera de una formación cada integrante actúa de forma individual y la formación se hace vulnerable sin importar sus condiciones marciales o de recursos. Tanto nuestros caballeros como nuestros campesinos sublevados dieron oportunidad al bando contrario de tomar una posición de ventaja estratégica para desarmarlos.
La modalidad de diálogo y debate que define a estos talleres se vuelve sumamente enriquecedora, sacando a relucir multiplicidad de opiniones y reacciones posibles, así como ideas y propuestas. Así, en solo dos horas, logramos entrenar a una dotación de lanceros para valerse por sí mismos en el campo de batalla. Claramente esto no es suficiente, pero al menos, conociendo las particularidades de una formación de asteros, sus virtudes y desventajas, podrán defenderse mejor de encontrarse nuevamente en esta situación.
Esto demuestra también, que no se requiere un grado marcial relevante para un combate, aunque este sea claramente deseable. Un campesino equipado con una lanza y bien entrenado es en términos generales igualmente mortal que un hombre bien entrenado mal liderado. Aquí, en el campo de batalla, la técnica individual es irrelevante cuando se ve atacado por dos, tres, cinco lanzas al mismo tiempo. El número marca la diferencia cuando no hay una estrategia de fondo. Por ello, existen tantos tratados de estrategia y se le da tanta importancia a las Estrategias Combinadas de Batalla.
Sobre esto tratará nuestro próximo encuentro de Julio. Hemos disfrutado mucho esta experiencia, y en lo personal como director del taller, ha sido un placer ver cómo el grupo sigue creciendo; ofreciendo nuevas actividades y oportunidades para explorar todos los aspectos que hacen a esta disciplina.
Quiero agradecer a todos los participantes y a todos los que nos acompañaron en el proceso. Pero principalmente a Facundo Vega y Marisa García, quienes estuvieron conmigo trabajando para poder terminar a tiempo los materiales necesarios para dotar a dos formaciones de 20 personas a fin de poder recrear esta experiencia.
Es común que ofrezcamos en nuestras presentaciones hacer la muestra coparticipativa con el público de Formaciones de Batalla. Una parte de ella es justamente explorar las dificultades que se presentan al utilizar las armas en un campo de batalla. Por lo general, lo que vemos en los Tratados de Esgrima es una técnica de estilo duelista, uno contra uno. En el campo de batalla la técnica se ve limitada por múltiples factores: el espacio entre miembros de la formación, la dificultad de comprender el lugar o el estado de la tropa, la capacidad auditiva y visual entre otros.
Todos estos factores no se pueden replicar en un entorno de entrenamiento marcial sino en encuentros especiales con gran número de participantes. Por este motivo, convocamos a miembros de la Sala, amigos y participantes de nuestras primeras actividades sociales de los Aldeanos de Puertafuera.
Lo más interesante de este aspecto de la disciplina, es que raramente se encuentra documentado, y lo que se puede encontrar está sujeto a mucha interpretación del lector. Es un terreno plasmado de dudas y supuestos. Gracias a estas oportunidades, tenemos el privilegio de explorar cómo la psicología afecta al guerrero en el campo de batalla; y digo guerrero porque fuera de las grandes batallas de la historia, en el día a día de los poblados y aldeas, eran todos los estratos sociales los que se veían envueltos en la contienda. Gracias a la diversidad de género, edad, contextura y profesiones de nuestros miembros, podemos extrapolar un pequeño extracto de esa diversidad traída a nuestro presente.
Coincidimos que el mayor dilema en una formación trabada en combate es la coordinación y el orden. El caos de armas, ruidos, situaciones, heridos, etc, nos lleva a que cada guerrero individual pase por un proceso de dubitación entre mantener la directiva y reaccionar en pos de salvaguardar su vida. Cuando el caos se apodera de una formación cada integrante actúa de forma individual y la formación se hace vulnerable sin importar sus condiciones marciales o de recursos. Tanto nuestros caballeros como nuestros campesinos sublevados dieron oportunidad al bando contrario de tomar una posición de ventaja estratégica para desarmarlos.
La modalidad de diálogo y debate que define a estos talleres se vuelve sumamente enriquecedora, sacando a relucir multiplicidad de opiniones y reacciones posibles, así como ideas y propuestas. Así, en solo dos horas, logramos entrenar a una dotación de lanceros para valerse por sí mismos en el campo de batalla. Claramente esto no es suficiente, pero al menos, conociendo las particularidades de una formación de asteros, sus virtudes y desventajas, podrán defenderse mejor de encontrarse nuevamente en esta situación.
Esto demuestra también, que no se requiere un grado marcial relevante para un combate, aunque este sea claramente deseable. Un campesino equipado con una lanza y bien entrenado es en términos generales igualmente mortal que un hombre bien entrenado mal liderado. Aquí, en el campo de batalla, la técnica individual es irrelevante cuando se ve atacado por dos, tres, cinco lanzas al mismo tiempo. El número marca la diferencia cuando no hay una estrategia de fondo. Por ello, existen tantos tratados de estrategia y se le da tanta importancia a las Estrategias Combinadas de Batalla.
Sobre esto tratará nuestro próximo encuentro de Julio. Hemos disfrutado mucho esta experiencia, y en lo personal como director del taller, ha sido un placer ver cómo el grupo sigue creciendo; ofreciendo nuevas actividades y oportunidades para explorar todos los aspectos que hacen a esta disciplina.
Quiero agradecer a todos los participantes y a todos los que nos acompañaron en el proceso. Pero principalmente a Facundo Vega y Marisa García, quienes estuvieron conmigo trabajando para poder terminar a tiempo los materiales necesarios para dotar a dos formaciones de 20 personas a fin de poder recrear esta experiencia.
Semper Fidelis!
Sir Martin Farhill
Director de Peregrinus Albus
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