Discurso de una peregrina



El pasado sábado 28 de noviembre realizamos nuestra Cena de fin de año, un encuentro en el que pueden participar los miembros con sus parejas e hijos. Dada la gran cantidad de eventos, ampliaciones y reuniones del Consejo que afrontamos durante el mes anterior, no llegamos a preparar la mayor parte de lo que nos es habitual, pero sí hemos podido disfrutar de un discurso, preparado por una de nuestras mujeres guerreras. Miembro del primer nivel del Centro de Esgrima Medieval Europeo de Peregrinus Albus, Vinka llegó desde Chile hace tres años, con la intención de quedarse por solo tres años en nuestro país... pero por suerte logramos retenerla un añito más. 
A pesar de que es muy personal, y mucho de lo que dice es comprensible solo para quien vivió cada momento dentro del grupo, los invito a leer el emotivo discurso que nos permitió disfrutar.


Buenas Noches.

Sir Martin, gentilmente me ha pedido que les dirija algunas palabras éste año y es para mí un honor poder estar aquí y agradezco esta oportunidad: Sir Martin, muchas gracias.

Más que un discurso, les voy a comentar mi experiencia en Peregrinus Albus. 

Me dicen que cada año se hace el discurso frente a una pregunta que busca responder los aspectos de los peregrinos que deseamos mejorar para el Círculo Histórico y la sala de Armas. La pregunta de este año es: ¿Un Peregrino Realmente Comparte sus Vivencias?

Yo siento que sí. Bueno, todos ustedes saben que soy actriz. Compartir mis vivencias es parte de mi vida. No muchos de uds. saben que decidí no ser actriz en Argentina, por razones muy personales que no vienen al caso mencionarlas. Y hace poco ustedes me vieron pregonando, bailando, cantando y actuando. Cosa que no había hecho en todo el tiempo que llevo en éste país. Esto se debe solamente a una cosa, y es que me he sentido muy bien entre ustedes. Poco a poco entre mis compañeros de armas hemos ido recorriendo un camino que nos ha hecho confiar en el otro y ser partícipe de la experiencia de vida del otro.

Me tomó 3 meses poder dirigirle la palabra a los sargentos, otro tanto, invitarles a saludar con dos besos, ni hablar de aceptar cruzar la calle y compartir la pizza, la cerveza y las conversaciones. Las chicas que me conocen me preguntaban ¿y cómo son los chicos? y yo: todos son lindos y simpáticos y ellas: ¿y tienen músculos? Todos tienen músculos. ¿Y huelen rico? Todos huelen de maravilla. Y todas se morían de envidia. Uno te mata con cuchillos, el otro te muele a palos con la lanza, uno te noquea con el escudo, el otro te rebana con dos espadas y así. Muy entretenido. Y ellas suspiraban por los compañeros de armas que nunca van a ver.  Y yo todavía ni les hablaba. Es más, aún recuerdo que los chicos me comentaban de cómo llegaron, todos decían: el Oso me escribió ese mismo día para que viniera, y a mí también y a mí también. Y yo: A mí no me respondió nada en 10 días y tuve que aparecerme en la sala de armas para que me dijera que viniera. Pero no me iba a dar por vencida porque todavía tenía en la cabeza la respuesta del líder de otro grupo medieval, cuyo nombre guardaré para proteger a los inocentes, que cuando le pregunté por su sala de armas me ofreció gentilmente coser, bordar y cocinar. Yo le dije que quería aprender a combatir y el me insistía con coser, bordar y cocinar. Así es que le dije algunas cosas al señor que no corresponden mencionar en un discurso como éste, aunque le causó bastante risa al susodicho en cuestión. 

Por lo que no importa cuánto tardó Oso en no responder el mail, lo que importa es que cuando aparecí, me recibió, se dio el tiempo de explicarme los detalles de las espadas, me integró a los encuentros, tuvo y tiene montón de paciencia conmigo, y me contó lo que era para él éste sueño, y no solo él, sino también los sargentos que también me incluyeron a la sala de armas y los demás compañeros también, ya que esta forma de vida, se construye cada martes, cada jueves, cada sábado entre todos.  Y no importa que sea mujer, que sea extranjera, que sea más vieja que todos, que no entienda los chistes nerds que se hacen. A la hora de combatir, todos tenemos las manos apretadas a la espada y la mirada en los ojos del otro. Y para mí, poder mirarse a los ojos, es algo que vale, que te hace valorar al otro, que te muestra que el otro tiene un alma valiosa como un tesoro, aunque sea para rebanarnos a espadazos.

Yo les tenía miedo a los sargentos. Bueno, no se me nota mucho, pero soy bastante tímida, lo disimulo, pero soy. Entonces, me asustaban los sargentos tan serios y rudos. Porque no quería que me trataran como la chica que no puede tomar una espada, y tan bajita, y tan gordita y tan chilena y tan todo. Después me di cuenta que no eran tan serios. Lejos de eso. Me di cuenta que era compromiso lo que había en su proceder. Compromiso con la sala de armas, me di cuenta que era un compromiso de vida con Oso y su sueño, que poco a poco se hizo el sueño de todos y también se hizo un sueño mío. Uno que tenía escondido hace muchos años. Porque siempre he seguido desde lejos lo que es ese misterioso mundo de la edad media, la edad oscura, la edad de los caballeros y las damas. Tal vez ingenuamente en mi caso, desde la magia, lo primitivo y lo ancestral. 

Cada uno sabe muy bien porque gusta de esta época, cada uno sabe por qué se mantiene a través de los años en la sala de armas y en el círculo. Para mí, era cuestión de honor y un privilegio pode aportar humildemente desde lo que soy, desde mis capacidades como actriz, enseñar un poco de lo que hago, ponerme al servicio del Círculo, era una oportunidad para hacer un regalo a gente valiosa. Me sentí siempre muy bien acogida, me sentí valorada y al ver que participaban de los talleres de Teatro medieval, sentí aún más la pertenencia, sentí que mi contribución es bienvenida en el grupo y eso me dio alegría.

El clima que se vive en los encuentros del círculo histórico es muy agradable. Como diríamos en Chile: hay buenos cabros aquí. Buena tela, decimos. Hemos estado en los eventos públicos como la noche de los museos y el campamento medieval y es genial. Es cierto me muero de ganas por poder estar en la muestras con los chicos, quizás me vaya del país y no pueda hacerlo por la poca experiencia, pero si mi rol es pregonar y juglarear con las chicas, bienvenido sea. Participar del campamento, es un sueño cumplido. Ayudar a levantar la carpa, a decir que doña María esta de las 4 de la mañana cocinando, establecer mil veces el famoso perímetro con las cintitas, el desfile, la interacción con el público, las danzas es lo mejor. Porque hay calidez, de parte de todos, porque todos sabemos que es un esfuerzo, y que ese esfuerzo vale la pena porque es lo que nos gusta hacer. Porque es parte de éste sueño en común y particular que cada uno de nosotros tiene.

Acá he conseguido amigos, compañeras y he vivido muy buenos momentos. De verdad que sí. Vale la pena estar entre ustedes. Ser extranjera en éste país, a veces es muy difícil, en la sala de armas, en el círculo, en los aldeanos que se abren eso no pasa. Invitamos a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, parejas, para que sean testigos de nuestras hazañas, y eso es lindo. 

Es cierto, llevo un año con ustedes y aún no tengo la más mínima idea del significado de la famosa cinta, para Oso le doy tarjeta amarilla, roja, verde y rosada. Y espero salir de ésta cena sabiendo de que se trata la cinta. Pero lo que si sé es una cosa y esto lo digo de corazón: éste era mi último año en Argentina, ya regresaba a Chile y no volvía más, y si hay una razón por la cual voy a volver es porque encontré mi manada en éste lugar, con ustedes, encontré amigos verdaderos y una loba gitana como yo, créanme que ha buscado y a recorrido mucho buscando Peregrinus como ustedes. 

Así es que quiero darle las gracias a Oso, a cada uno de los sargentos, a mis compañeras juglaresas y  a mis compañeros de armas por darme tanto, por su paciencia, por enseñarme y recordarme que se puede creer en un sueño, si todos soñamos con lo mismo. Alzo mi copa y digo :Peregrinus Albus, Semper Fidelis, 

¡Peregrinus Albus, Semper Fidelis!

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